Resumen de una conversación con don Luis Alberto Monge
Desdé los años cincuenta, cuando el Partido Liberación Nacional iniciaba su lucha como tal, se insistió en la necesidad de cumplir una función docente por parte de la institución partidista y trajimos al recuerdo las actividades que en ese campo desarrollaban otros partidos de ideología parecida, similar a la nuestra en América Latina y otros continentes. Estas inquietudes nos llevaron a realizar seminarios y publicaciones, pero no como una cuestión sistemática, sino más bien a veces como una actividad intermitente y esporádica.
Fue en 1958 que entonces logramos fundar una escuela de capacitación política, que funcionaba de lunes a viernes y que se mantuvo durante varios años. Esa escuela también inspiró la idea de reunir en Costa Rica a un grupo de partidos -entonces llamados de la izquierda democrática, que son los socialdemócratas o del socialismo democrático en América Latina-, y esos partidos llegaron a la conclusión de que era necesario establecer una Institución que ayudara al surgimiento de la labor docente a nivel latinoamericano y que sirviera al mismo tiempo como punto de convergencia y de intercambio de experiencias y de informaciones entre estos partidos políticos. Así se hizo una primera escuela que funcionó durante varios años pero que luego, por falta de financiamiento, se clausuró.
Entre tanto yo había hecho contactos con la Fundación Friedrich Ebert sobre la posibilidad de conseguir su patrocinio para una institución de esa naturaleza e inclusive darle mayores vuelos, mayores dimensiones. Fui a Bonn a una entrevista con Alfred Nau, que en paz descanse, y Günter Grunwald. Ambos se mostraron muy interesados en las inquietudes que yo les llevé sobre la necesidad de un trabajo de fortalecimiento de los cuadros políticos, sindicales, cooperativos y comunales en América Latina, como una labor de mediano y largo plazo para la estructuración de instituciones democráticas en nuestros países. En esa época había una gran mayoría de dictaduras militares en toda la geografía del Caribe y de América Latina.
Hubo también un contaco, que es justo que lo señalemos aquí, de un profesor vinculado a la Fundación, cuyo nombre es Erich Herzog. El ayudó mucho a hacer estos vínculos con la Fundación en Bonn.
Posteriormente, la Fundación decidió desarrollar una serie de actividades ya aquí en Costa Rica. Arrancamos con algunos seminarios. Y para evaluar lo que estábamos haciendo y planificar lo que había que hacer en el futuro, la Fundación decidió hacer en Costa Rica la reunión que acostumbraba de becarios y funcionarios destacados en el área latinoamericana. Se reunió en el Hotel Balmoral. Desde luego, ahí fuimos invitados quienes ya estábamos vinculados a la Fundación y ya se habló con más concreción de los proyectos a realizar en Costa Rica y ahí se firmó un acuerdo provisional entre el Partido Liberación Nacional y la Fundación Ebert. Por el Partido Liberación Nacional firmamos José Figueres y yo, y por la Fundación Günter Grunwald y Alfred Nau.
Posteriormente, se firmó un Adendum al Convenio de Cooperación Cultural, Científica y Tecnológica que tenía la República Federal de Alemania con Costa Rica. De esa manera los programas de la Fundación Ebert en Costa Rica adquirían la forma de un Protocolo que se agregaba al Convenio marco. Para ese entonces ya estaba constituido CEDAL – creado en noviembre de 1968 – como el organismo ejecutor a nivel local de los programas de educación que iba a patrocinar la Fundación Ebert.
Tenemos el orgullo de que ese Convenio es el que sirvió de base luego para todas las demás Fundaciones alemanas que han venido a trabajar a Costa Rica. Años después, como ya estaban actuando aquí la Fundación Konrad Adenauer, la Fundación Friedrich Naumann y últimamente hasta la Hans Seidel, se tramitó en la Asamblea Legislativa la ratificación de los respectivos Convenios, convirtiéndose por tanto en Ley de la República.
La Fundación comenzó sus actividades alquilando las instalaciones de La Catalina y su propietario me hizo una oferta: quería vender la propiedad. Viajé a Alemania con una propuesta y fue muy satisfactorio. Ya en ese momento mis contactos se habían ampliado muchísimo, ya no eran casi exclusivamente con el Dr. Grunwald y Alfred Nau, sino también con los señores Siegfried Bangert y el Dr. Horst Heidermann, y con la dirigencia del Partido Socialdemócrata Alemán, que la teníamos informada de todas estas gestiones. La Fundación me comisionó para discutir detalles; vendría luego una misión de Alemania y se compró en condiciones absolutamente muy satisfactorias y convenientes para la Fundación. No vale la pena dar el precio, pero esa propiedad vale ahora 15 o 20 veces más de lo que pagó la Fundación en aquel momento. Se hicieron remodelaciones; se acondicionaron mejor las cabinas; se hicieron dos o tres casas para empleados.
Esos son los antecedentes de cómo llegamos a una institución que, aún cuando la concebimos con mucho cariño y la cooperación entre la Fundación Ebert y CEDAL surgió con mucho entusiasmo y con mucha simpatía de parte de los alemanes y de parte nuestra, la verdad es que nunca pensamos que fuera a tener las dimensiones a que luego se llegó, y mucho menos que fuera a tener tanta influencia en la creación de lo que yo he llamado la infraestructura espiritual para la socialdemocracia y el socialismo democrático en América Latina.
Aún suponiendo que muchos de los que pasaron por ahí no fueron a rendir frutos a la lucha por la democracia, por la democracia social, por la transformación, sí podemos hablar de centenares y quizá de miles que sí esa fue su base intelectual, espiritual, fundamental para que su rendimiento y sus contribuciones a la lucha en sus respectivos países se incrementara considerablemente.
Cuando comenzamos actividades -lo he dicho-, habían muy pocas democracias con elecciones periódicas y libres; y tuvimos en la etapa de funcionamiento esas situaciones que hemos llamado cíclicas, en que conquistábamos la democracia y pronto se volvía a desbancar y a surgir la dictadura militar, Pero ahora, en la situación presente y al cumplirse los veinte años de la labor de CEDAL con la colaboración franca y decidida de la Fundación Ebert, podemos decir que nunca América Latina tuvo más gobiernos electos popular y libremente como los que tiene ahora. No obstante, los problemas que se han planteado con el surgimiento de un régimen marxista-leninista en Cuba y otro en Nicaragua, podemos hablar de que nunca se tuvo más abierto el horizonte de esperanzas en cuanto a las posibilidades reales de conseguir la construcción de instituciones democráticas en América Latina. En la concepción de esas instituciones para cada país, en el mantenimiento de la esperanza de que superaríamos las etapas difíciles y duras de las dictaduras, han tenido una contribución decisiva en las actividades de la Fundación y de CEDAL en toda América Latina, no sólo las realizadas en el Campus sino también las realizadas fuera del Campus.
Las publicaciones que por centenares en las distintas etapas ha hecho la Fundación, los estudios de investigación que han hecho los becarios de la Fundación, son sin lugar a duda de las contribuciones más significativas para demostrar que la democracia puede funcionar en América Latina y que es posible realizar las transformaciones económicas y sociales necesarias para que no haya solamente, o no se cumpla solamente la etapa de la democracia política, sino que nos vayamos adentrando paulatinamente en las otras dimensiones de la democracia, como son la social, la económica y la cultural.
Los partidos políticos que están dentro de esta corriente política vieron reforzar considerablemente la capacidad de sus cuadros por el trabajo de CEDAL y de la Fundación en seminarios, en talleres, en publicaciones, en reuniones de la más diversa índole como las que ha patrocinado. Esto por lo que se refiere a Latinoamérica y al Caribe Porque por separado tenemos que referirnos a lo que ha significado como ayuda inmensa para el Partido Liberación Nacional en la formación y la capacitación de sus cuadros, en el cumplimiento más cabal de la función docente de un partido moderno que tiene ambición de futuro, como es el caso nuestro.
Costa Rica en ese sentido tiene una deuda con la Fundación y con CEDAL, que es mayor que la que puede tener los otros países latinoamericanos.
Tomando de la Revista XX Aniversario CEDAL, 1988